Autorretrato de Felipe Guamán Poma de Ayala, que está tomando las relaciones y leyendas de los indios antiguos |
Felipe Guamán o Huamán Poma de Ayala ; San Cristóbal de
Suntuntu, 1534 - Lima, 1615)
Fue un cronista peruano. Dedicado a la enseñanza
de la lengua castellana a los indígenas, es autor de una Nueva crónica (c. 1600), compendio de la historia preincaica del Perú, y de su continuación, Buen gobierno
(c. 1615), muestra de las injusticias que los encomenderos y los
funcionarios de la corona infligían a los indios. Concebida como una
monumental carta al rey de España, Felipe II, la obra está ilustrada con
dibujos del mismo autor.
Por las noticias autobiográficas contenidas en Nueva crónica y buen gobierno
se sabe que era hijo de Gusmán (o Huamán) Malqui de Ayala y de Juana
Curi Oello, hija menor del inca Túpac Yupanqui. Descendía por lo tanto
de los nobles de Huánuco, señores de Chinchaysuyo anteriores a los
mismos incas. Fue educado por su hermano mestizo el padre Martín de
Ayala, quien debió de iniciarle en los estudios clásicos, y trabajó
probablemente en la administración. Desempeñó cargos directivos en los
hospitales de Cuzco y Huamanga, y estudió al parecer en estas dos
ciudades.
En 1594 o 1595 fue detenido y desterrado por el
corregidor de Lucanas, Antonio de Monroy. De esta suerte el escritor
inició una larga serie de viajes que se prolongó durante unos veinte
años y que le permitirían recoger abundante información para su obra;
finalmente, en 1613, volvió a Huamanga e hizo valer sus derechos al
puesto de cacique de la provincia. Atacó además la política del
corregidor, por lo que fue nuevamente expulsado. Se dirigió entonces a
Lima, con la intención de presentar su Nueva crónica al virrey.
Perdido durante siglos, el manuscrito de Nueva crónica y buen gobierno
fue encontrado en 1908 en la Biblioteca Real de Copenhague por Richard
Pietschmann, quien lo presentó a la comunidad científica internacional
en 1912. Se cree que hubo de ser redactado entre 1567 y 1615, y en su
mayor parte entre 1612 y 1615. En 1936 fue publicado en edición
facsimilar al cuidado de Paul Rivet y con una introducción escrita por Richard Pietschmann. El arqueólogo y antropólogo peruano Julio C. Tello
ensalzó inmediatamente su importancia incomparable: "No existe libro
alguno escrito en este período que pueda competir con él en riqueza de
información, clarividencia y valentía del autor para enjuiciar los
acontecimientos de su tiempo".
El título de Nueva crónica y buen gobierno resulta claramente expresivo de las intenciones del autor: nueva alude a que trae una óptica diferente a las de las crónicas existentes, nunca escritas por indios; y buen gobierno
a su afán por denunciar el mal gobierno del virreinato de esos años, en
claro contraste con las instituciones prehispánicas, pero también con
las creencias cristianas y los ideales utópicos del humanismo europeo.
Su objetivo central es en efecto ofrecer lo que Wachtel llamó la "visión
de los vencidos".
Conectado a él, opera el designio de enaltecer lo que
realizó en el pasado el hombre andino y de instar a su participación
digna y efectiva en un gobierno realmente justo y acorde con el mensaje
evangélico: sueña con un rey propio para el Perú, aunque jerárquicamente
inferior al rey de España, señor de todo el globo terráqueo. Poma de
Ayala adopta, como Bartolomé de Las Casas,
una firme actitud "indianista" e "incaica", la cual, según advierte
Estuardo Núñez, revela un vivo espíritu de rebelión y de justicia, y
constituye una franca defensa de los indígenas.
Presentada como una larguísima carta al rey de España, la Nueva crónica
reelabora el género cronístico hasta extremos no conocidos, con la
libertad propia de un hombre de gran mestizaje de lecturas y creencias
como es Felipe Guamán Poma de Ayala. Consta de más de mil páginas,
embellecidas por numerosos e ingenuos dibujos, interesantes por sus
trajes y por la presencia de símbolos y perspectivas que expresan la
cosmovisión andina. Produce la impresión de una síntesis enciclopédica
que buscara hilvanar en un solo texto lo que hacían por separado las
crónicas, los informes, las demandas de justicia, los tratados sobre
política y sobre evangelización, e incluso las utopías al gusto de
humanistas.
La obra resulta de excepcional valor por las noticias que ofrece
respecto de la vida anterior al período incaico, el folklore y las
tradiciones y narraciones de la época precolombina. La parte más
importante del libro, en el cual alternan poesías y cantos en pura
lengua quechua (cantos y poesías de amor, para la danza, para la caza,
para la recolección de las mieses), se refiere ante todo a la historia
de la época inca y a la de los primeros años de la conquista española.
El autor da la biografía de cada emperador y de sus mujeres, narra sus empresas y habla del régimen, de las leyes, de las condiciones en que vivían los súbditos, de la religión, de las fiestas y de las indumentarias de un pueblo que había alcanzado un admirable grado de civilización y de cultura. Guamán Poma de Ayala conoce también los protagonistas y las noticias referentes a los acontecimientos que se sucedieron en el Perú después de la llegada de Francisco Pizarro y de los conquistadores. Dejando de lado las posibles incoherencias históricas, la crónica de Poma de Ayala proporciona nuevos datos sobre el pasado andino y refleja una visión descarnada de la sociedad colonial organizada en Perú.
El autor da la biografía de cada emperador y de sus mujeres, narra sus empresas y habla del régimen, de las leyes, de las condiciones en que vivían los súbditos, de la religión, de las fiestas y de las indumentarias de un pueblo que había alcanzado un admirable grado de civilización y de cultura. Guamán Poma de Ayala conoce también los protagonistas y las noticias referentes a los acontecimientos que se sucedieron en el Perú después de la llegada de Francisco Pizarro y de los conquistadores. Dejando de lado las posibles incoherencias históricas, la crónica de Poma de Ayala proporciona nuevos datos sobre el pasado andino y refleja una visión descarnada de la sociedad colonial organizada en Perú.
Poma se expresa en una lengua que algunos críticos han calificado de bárbara. La Nueva crónica y buen gobierno
está escrita en una prosa híbrida (la cual será reclamada, tres
centurias después, por Gamaliel Churata como mestizaje idiomático a
desarrollar) que inserta en el español vocablos y recursos idiomáticos
del quechua, el aymara y el dialecto del Chinchaysuyo: maraña verbal que
congenia con el sincretismo que intenta entre las creencias andinas y
la cultura europea y cristiana.
Su escritura trasluce las modulaciones de un escritor bilingüe que habla la lengua del colonizador, pero no quiere abandonar del todo la propia. Es probable también que el autor reflejara la lengua oral de su tiempo, la que hablaba la enorme masa de analfabetos que formaban la sociedad indígena. Guamán Poma es, sin embargo, un hombre ilustrado que no desconocía la tradición y el estilo de las crónicas hispánicas. La mezcla de registros da a su obra ese tono distanciado y extraño que tanto ha cautivado a sus críticos y lectores.
Su escritura trasluce las modulaciones de un escritor bilingüe que habla la lengua del colonizador, pero no quiere abandonar del todo la propia. Es probable también que el autor reflejara la lengua oral de su tiempo, la que hablaba la enorme masa de analfabetos que formaban la sociedad indígena. Guamán Poma es, sin embargo, un hombre ilustrado que no desconocía la tradición y el estilo de las crónicas hispánicas. La mezcla de registros da a su obra ese tono distanciado y extraño que tanto ha cautivado a sus críticos y lectores.
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