jeudi 7 février 2013

Mama Sara

La Mama Sara (en quechua: Mama Sara, Maíz Madre) era la Madre Maíz o del alimento, la más importante de las conopas (representaciones religiosas) de los alimentos junto con la coca y papa.


Sobre su origen se cuentan muchas leyendas que tienen que ver con su domesticación en tiempos inmemoriales :

Sara era una hermosísima doncella a quien pretendía Kuru, el hechicero de su pueblo, quien le inspiraba temor y rechazo. Sin embargo, sus padres se sentían halagados por esta preferencia de Kuru hacia su hija. Al sentirse sin escapatoria, y el hechicero cada vez más próximo a ella, era tanta su desesperación que deseó hundir un puñal en su pecho antes que ser tomada por Kuru. Sara entonces pidió ayuda a Inti, el sol, su dios, sintiendo en respuesta una dulce sensación. Su cuerpo adquirió una extremada esbeltez y sus brazos se estiraron hacia el cielo o Hanaq Pacha, para transformarse en las largas hojas de una planta de maíz.

Desde entonces el maíz se llama Sara y en el Valle Sagrado del Cuzco, que produce el mejor maíz del mundo, sólo las mujeres lo recolectan, porque Sara era una doncella y no puede ser tocada por los hombres o se perderían sus futuras cosechas.

En la fiesta del Inti Raymi, que se sigue celebrando en el Cuzco y se remonta a épocas muy remotas, se le agradece al dios sol o Inti, el haber convertido al maíz en alimento de los hombres, según cuenta otra leyenda :

Hubo una época en que el cielo o Hanaq Pacha era un inmenso campo de batalla donde los hijos del dios de la Guerra se enfrentaban entre sí, provocando rayos, truenos y relámpagos. Sus sangres hervían como la lava de los volcanes y regocijaba a su Dios.

Pero un día detuvieron su lucha diciendo: ¡Estamos cansados y deseamos sentir la dulzura del reposo!... Entonces un aura azul despejo el firmamento. El dios de la Guerra se sintió indignado por aquella traición, los castigó y los mando a la tierra convertidos en plantas silvestres, con hojas en forma de lanzas, frutos cargados de espinas y hiel en el corazón.

Luego, un día, el padre Sol tuvo hambre y bajó a la tierra, Kaypacha, tomó una mazorca que en sus manos se tornó en dulce, suave y suculento fruto.

Desde entonces en su fiesta del Inti Raymi, es la sagrada ofrenda en la que se comulga con shanku o pan ceremonial de maíz y chicha de jora, o maíz germinado.

Todas estas leyendas tienen que ver con el origen celeste y la domesticación del maíz que debió iniciarse en los Andes centrales del antiguo Perú, aunque se han encontrado mazorcas en tumbas preincas de diversos lugares de nuestro territorio.

Estas muestras corresponden a una especie primitiva de maíz con cromosomas sin botón, llamada tunicarun. Esta especie se apareó con una gramínea llamada tripsacum, dando origen al teosinte. El nuevo maíz se extendió por toda América según lo demostró Paul Cristopher Mangelsdorf.

El maíz, sara o thonko, pertenecía al Hanac Pacha o cielo; era la planta sagrada de los Incas de enorme significación alimenticia y mágico-religiosa con el que se hacia la chicha, su principal bebida, y el shancu, pan de uso ceremonial, además de los innumerables potajes que se preparaban con maíz.
La enorme significación de la Planta Sagrada, se refleja en la gran cantidad de fiestas que se celebraban en su honor: Aymuray, consagrada a la celebración de la cosecha de maíz; Kapaj-Situwa, durante la cual se sembraba en la tierra sagrada una mazorca tierna.
En la fiesta del Inti Raymi se recuerda cómo el dios Sol convirtió la planta de maíz en alimento de los hombres.

Innumerables representaciones de plantas y frutos de maíz se dieron en la cerámica y tejidos, objetos de madera y orfebrería.

En Chancay se pintaron máscaras en tela con representaciones de maíz.

La preeminencia que tuvo y sigue teniendo el maíz, no la tuvo ninguna otra planta domesticada por el hombre, según afirma Juan M. Osio.

Su consumo y utilización estuvo íntimamente ligado a lo ritual y, mientras la papa, alimento de gran consumo, se encuentra ligada a la vida, el maíz lo estuvo a lo espiritual y acompañaba a los muertos en su viaje a la eternidad, como se puede apreciar en los restos arqueológicos.
La mayor parte de los tipos de maíz desarrollado en el antiguo Perú eran cultivados en el valle del Urubamba, entre ellos, un maíz muy blanco de granos y mazorca grande.

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