La Chicha de jora es una bebida oriunda del Perú,
difundida en la mayoría del territorio a excepcion de la selva.
Presenta diversas variedades según la región pero su preparación se
compone principalmente del "maíz de jora". Es elaborada desde la época
pre incaica siendo una bebida sagrada utilizada en actos ceremoniales y
fiestas de todas las culturas prehispánicas de la zona central andina.
En la época del Incanato recibía el nombre de Aqha. Según cuenta la tradición, durante el mandato de Túpac Yupanqui
las lluvias deterioraron los silos donde se almacenaba maíz por lo que
los granos se fermentaron y derivaron en malta de maíz. Para que no se
eche a perder el maíz, se ordenó el reparto de esta malta para
aprovecharla en forma de mote (maíz cocido en agua), pero finalmente la
terminaron desechando. Pero un poblador que rebuscaba entre la basura
debido al hambre, consumió de la malta terminando sumido en la
embriaguez.
Fue la bebida favorita de la nobleza inca además de utilizarse en rituales ceremoniales. Durante el Inti Raymi el Inca brindaba con chicha de jora en honor al Sol. También era costumbre dejar un recipiente con esta bebida en la tumba de un familiar fallecido u ofrecerla como pago a la Pachamama o Tinka para tener una buena cosecha.
En la actualidad, la chicha de jora aún mantiene su condición
ceremonial, puesto que en la sierra se realizan representaciones
alegóricas a las fiestas incaicas, y la bebida que llena los vasos
ceremoniales es la chicha. También se usa durante pagos a la tierra y
otras actividades místico-religiosas del mundo andino.
A la llegada de los españoles, cuando el sacerdote dominicano Vicente de
Valverde que llego en reemplazo de Francisco Pizarro a la plaza de
Cajamarca se encontró con Atahualpa, el general Kalkuchimac se acercó
con una vasija de chicha jora, como muestra de disposición al diálogo
de parte del Inca. Pero el sacerdote Vicente de Valverde boto el
quero que contenía la chicha, ya que él pensaba que lo iban a envenenar.
Como se puede afirmar en el siguiente texto. “Atahualpa ingreso a
la plaza de Cajamarca se sorprendió de verla vacía, él había esperado
encontrar al jefe de los barbudos. En su reemplazo apareció el sacerdote
dominico Vicente de Valverde acompañado por un intérprete, el
tristemente célebre Felipillo. Después de mirar con atención, Atahualpa
le alcanzo al sacerdote español un quero (qiru en la lengua quechua) de
oro lleno de chicha, para brindar en forma ritual y poder comenzar una
conversación entre seres civilizados, según la manera andina.
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