samedi 8 septembre 2012

Cachiche

Pueblo de Cachiche
Entre palmeras y huarangales, se encuentra actualmente ubicada a 4 Km. al sur de Ica. Un pueblo que desde épocas pasadas fue sinónimo de hechicería por haber albergado a incontables mujeres que poseían poderes sobre naturales, utilizados –según decían-para extirpar los males del cuerpo y preparar brebajes que garantizaban El Amor de la Pareja, entre otras santerías.

Origenes

Epoca Incaica 

De acuerdo a la tradición Oral que los amautas se encargaron de transmitir, de generación tras generación:

Cuentan que los naturales de la zona de Cachiche eran ya muy conocidos y temidos por sus poderes mágicos: que ni el inca Pachacutec con toda su grandeza y ferocidad pudo someter a los Cachichanos, pese a que ellos no usaban ningún tipo de armamento, pues, cada vez que el inca amenazaba con su poderoso ejército sobre las llanuras que rodeaban la aldea, la misma se esfumaba ante la atónita mirada de los invasores. Siete veces intentaron tomar el poblado y pedir a sus habitantes que jurasen fidelidad al soberano y, tantas fueron las veces que se vieron burlados por arte de magia.

Hasta que, finalmente el Inca Pachacutec desistió de sus propósitos y por consejo de sus amautas, quienes le dijeron que la zona era Aillpa Cachani (tierra salada) abandonó para siempre sus deseos de conquistar Cachiche.

Nunca antes los cachichanos habían tenido necesidad de recurrir a sus poderes sobrenaturales para defenderse, ya que no tenían apego a los bienes materiales y, la guerra era la negación misma de su razón de ser.

Frente a estas amenazas del mundo que les circundaba, su ánimo decayó, al extremo que, poco a poco se fueron desintegrando. Algunos dicen que primero empezaron ha desaparecer sus brazos, luego sus piernas y después sus ojos, hasta que finalmente se extinguían. Era por ello que no se ha encontrado cementerio alguno con los restos de los primeros pobladores de Cachiche, ya que no eran seres terrestres no tampoco inmortales.

Antes de extinguirse el poblado de Cachiche, se dice que Nihcnauj, el último de los cachichanos del Periodo Primitivo; predijo que los futuros pobladores de la zona heredarían algunos de sus poderes como consecuencia de que el ambiente retendría un ápice de los mismos, quienes no sabrían explicarse de donde provenían dichas facultades.

La Llegada de los Españoles 


         Corría el año de 1563, cuando Don Jerónimo Luis de Cabrera en compañía de sus tropas    pasaron por el Valle de Ica decidiendo establecer allí un poblado y desarrollar plantaciones de Uva y Algodón, dadas las bondades del clima seco y la calidad de la tierra. Poco a poco se fue colonizando la zona, particularmente en dirección Sur, hasta llegar a lo que antiguamente los Incas denominaban Cachiche.

Según las narraciones de los primeros pobladores hispanos, cuentan que una tarde, mientras buscaban estacas, se tropezaron con un anciano de apariencia similar a la de ellos, quien les dijo donde podrían encontrarlas. Les señaló en dirección hacia el antiguo poblado y les manifestó:


“En Cachiche las hallaréis”


         No dejó de llamarles la atención dicha persona, ya que no la recordaban como parte del equipo colonizador. Sin embargo siguieron la dirección señalada, encontrando infinidad de estacas y un riachuelo de aguas cristalinas, que cuando se introducían en ellas podían verse la infraestructura de sus cuerpos y las de sus animales. En un principio esto les causó espanto y lo tomaron como “Cosa del Diablo” pero, con el transcurso del tiempo, se acostumbraron a ello y dejaron de darle importancia.

     Desde entonces se conoce la palabra Cachiche en el idioma castellano. En su obra “LA VERDERA HISTORIA DE LA COLONIZACION DE CACHICHE ”, (Sevilla 1702), el cronista PEYO BOLADURAY MUCHOHUESO, narra que para 1575 habitaban la región 723 colonos y, desde entonces y hasta 1681, no se asomó nadie que deseara establecerse en dicha zona.


          El poblado se convirtió en un Ente autónomo gracias al olvido al que los tenían relegados las autoridades virreinales de Lima y a extraños poderes de los que, comenzaron a dar muestra algunos de los Nuevos Cachichanos.

La Epoca del Virreinato 

Tan pronto comenzó su gobierno el virrey Don Francisco de Toledo marchó en dirección a las serranías del Perú. Para suerte de los pobladores se olvidó de visitarlos de tal manera que ellos pudieron seguir desarrollando sus industrias y prosperar.

Pero, una tarde de 1584, revisando Los Registros de Asentamientos en las Oficinas Virreinales, un burócrata encontró el enclave de Cachiche en dirección de la CostaSur de Lima. Esta información atrajo la atención de sus excelencia quien, después de consultar con el tesorero real, el Estado de las Finanzas Coloniales y descubrir que nunca habían recibido de dichos habitantes ni el quinto real, ni el sagrado diezmo, decidió visitar a estos Evasores Contributivos, que además eran irreverentes…


Pronto el estado y la iglesia acordaron salir en acción al Valle de Ica, a fin de cumplir con su función administradora y su misión evangelizadora. Es así que partió una comitiva encabezada por el mismísimo Conde de Villar Don Prado ; quienes llegaron después de casi diez días de viaje por desiertos y escasos valles, con las bestias muertas de sed y ellos prácticamente agotados como consecuencia de las inclemencias del clima seco y el abrasador sol.


Permanecieron en el poblado de Cachiche por espacio de 13 días. Durante este tiempo se dedicaron a censar a la población, cobrar los tributos no devengados, nombrar autoridades edilicias, bendecir la parroquia y su capilla, inspeccionar las plantaciones de algodón y quedar deslumbrados ante los viñedos florecidos que hacían posible la elaboración de vinos y aguardiente de Uva, una delicia que los chipoteaba después de unas cuantos tragos.


Por fin decidieron regresar a Lima, cosa que hicieron, llevando consigo las peluconas de ley y sendas botijas de aguardiente. Lo cierto fue que los colonos quedaron esquilmados y se prometieron así mismos enviar puntualmente las susodichas contribuciones, a fin de evitar que los de Lima repitiesen la visita. De aquí en adelante Cachiche  tuvo apellido:


“CACHICHE DE TODOS LOS SANTOS”

Ocurrencia de su ilustrísima, ya que así quedaba el lugar bajo la protección de la mismísima Corte Celestial.

        

Lo que todos ellos ocultaron a los visitantes fue lo relacionado con los poderes que iban adquiriendo y las propiedades mágicas del riachuelo; se aterraban de sólo imaginarse que podían ser llevados ante la SANTA ADQUISION, acusados de ser brujería o pacto con el diablo y, ante la posibilidad de ser sometidos a los rigores del interrogatorio o terminar en la hoguera.

Desaparicion de los Pobladores

Sorprendentemente durante casi dos siglos por razones que en Lima nadie podía explicar, el gobierno dejó de visitar  “CACHICHE DE TODOS LOS SANTOS”, pero no dejó de percibir ni el quinto, ni el diezmo; los cuales llegaban con puntualidad inglesa.


Por medios que no se ha podido revelar, el gobierno de Lima se enteró de los poderes sobrenaturales de los pobladores de Cachiche y dio conocimiento de ello a la iglesia, la cual reaccionó precipitadamente lenta y, después de una conspiración, acordó con el gobierno dispersar a los cachichanos por los confines del planeta, antes de que tuviesen el mal pensamiento de sacudirse del yugo colonial.


Una madrugada, mas de 350 tropas reales al mando de un sargento mayor, rodearon la villa y sacaron de sus lechos a los apacibles villanos, sin hacer caso del llanto de los niños, ni de las lágrimas y alaridos de las mujeres, ni de las blasfemias y procacidades de los varones. Todos fueron subidos en carretones y con fuertes escoltas de caballería fueron llevados hacia el norte, en dirección al puerto de Pisco.

Todo esto aconteció a mediados del siglo XVIII; Los 1203 deportados se alejaron de las costas del Perú, la tarde de Julio de 1759. La partida fue sombría y acompañada de malestares de la propia naturaleza, tanto que el comandante del navío: “Nuestra Señora de las Sorpresas” consulto con el vicealmirante Chiquitín Gonzáles de Alcántara, comandante del Galeón Imperial; la convivencia de posponer el momento de zarpar, ocasionó que Gonzáles estuviese decidido a dar por terminado este negocio a cualquier precio.

Fue esta una de las muy pocas y raras veces en que la corona española deshabitó un pueblo. Sin saberse nunca donde fueron desembarcados los pobladores de Cachiche.


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